Deporte y osteoporosis

Deporte y salud articular

La práctica regular de ejercicio físico tiene múltiples beneficios para la salud. El movimiento fortalece los músculos, mejora la coordinación y favorece la densidad ósea, contribuyendo así a la prevención de enfermedades osteoarticulares. Sin embargo, cuando el entrenamiento se vuelve excesivo o no se acompaña de una nutrición adecuada, especialmente en mujeres jóvenes, puede comprometer la salud articular, hormonal y ósea.

Uno de los síndromes más relevantes en este contexto es la Tríada de la Atleta Femenina, una condición que pone en riesgo la salud de la deportista y puede tener consecuencias graves si no se identifica y trata a tiempo.

¿Qué es la Tríada de la Atleta Femenina?

Tríada de la Atleta Femenina

La Tríada de la Atleta Femenina es un síndrome médico que afecta principalmente a mujeres que practican deportes donde se enfatiza la delgadez o el alto rendimiento físico, como la gimnasia artística, el atletismo de fondo o la danza, entre otros.

Este síndrome se caracteriza por la interacción de tres componentes principales:

1

Déficit energético y nutricional
Se produce cuando la ingesta calórica no cubre el gasto energético del entrenamiento. Puede deberse a dietas extremas, mal balanceadas o incluso a trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia o la bulimia. También influye la presión por mantener un bajo peso corporal.

2

Alteraciones menstruales
La falta de nutrientes, combinada con ejercicio intenso y estrés, altera el equilibrio hormonal. Esto puede provocar menstruaciones irregulares o incluso la ausencia total del ciclo (amenorrea).

3

Baja densidad ósea
Las alteraciones hormonales y la mala nutrición afectan negativamente a la salud ósea, aumentando el riesgo de osteopenia e incluso osteoporosis, con mayor susceptibilidad a fracturas por estrés.

Sintomatología

Este síndrome suele evolucionar de forma silente hasta que aparecen consecuencias físicas y funcionales. Algunos signos de alerta pueden ser:

  • Fracturas por estrés (especialmente en pies, cadera, tobillos o rodillas)
  • Lesiones ligamentarias (como del ligamento cruzado anterior – LCA) y fascitis
  • Dolor persistente en extremidades, juanetes o zona pélvica
  • Disfunciones en el suelo pélvico (como dolor en la zona genital o dificultad para retener la orina)
  • Desequilibrios hormonales crónicos, que pueden derivar en infertilidad
  • A medio y largo plazo, impacto negativo en el rendimiento deportivo y la salud general

En caso de sospecha, recuerda consultar siempre con tu médico.

Tratamiento y prevención

El abordaje debe ser multidisciplinar, incluyendo atención médica, nutricional y psicológica.

La prevención y la educación son claves para evitar el desarrollo de la Tríada y promover una práctica deportiva saludable. Algunas recomendaciones:

  • Fomentar una alimentación equilibrada y adecuada al nivel de actividad física
  • Moderar la presión competitiva y fomentar un enfoque saludable del deporte
  • Ampliar los vínculos sociales más allá del entorno deportivo
  • Evitar entrenar en condiciones físicas inadecuadas (lesión, enfermedad o fatiga extrema)

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