Gestación y lactancia: Salud Ósea Sostenible

gestación y lactancia

Durante el embarazo y la lactancia, la salud ósea de la madre puede deteriorarse, aumentando el riesgo de fracturas y secuelas permanentes.

Artículo publicado por Sandra Toril Coca y Jose Luis Baquero, Marina Baquero, Nina Martínez y Josep Vergés en New Medical Economics.

Osteoporosis durante la gestación y lactancia

La osteoporosis durante la gestación y lactancia, aunque poco frecuente, puede presentarse y provocar fracturas óseas, especialmente en zonas como la columna vertebral, la pelvis y la cadera. Este fenómeno se conoce como osteoporosis transitoria del embarazo, y posteriormente, como osteoporosis asociada a la lactancia.

Durante ambos periodos aumentan notablemente los requerimientos de calcio, para el desarrollo del feto y para la producción de leche materna. De hecho, el feto necesita aproximadamente 30 gramos de calcio durante la gestación (el 80% en el tercer trimestre); y en la lactancia, la madre pierde 200-300 mg de calcio al día a través de la leche.

Para compensar esta pérdida, en la madre se producen ciertos cambios, como son el aumento de la absorción intestinal de calcio (mediada principalmente por la vitamina D), la disminución de la excreción renal; y el incremento de la resorción ósea del propio esqueleto materno. Este último mecanismo, puede derivar en osteopenia e incluso osteoporosis si existen déficits nutricionales, alteraciones hormonales, predisposición genética, o tratamientos concomitantes, entre otros factores.

No olvidemos que el curso de la enfermedad es silente, sin síntomas aparentes, pero que el riesgo de fractura por fragilidad se ve aumentada el doble en el estadio de osteopenia y por cuatro en el de osteoporosis.

El Proceso

En la mayoría de los casos, la pérdida ósea es temporal y reversible; y al suspender la lactancia y recuperar los niveles hormonales normales, el organismo restablece los mecanismos fisiológicos que restauran la densidad mineral y la funcionalidad del hueso. Sin embargo, en algunas mujeres, se producen fracturas por fragilidad, sobre todo en vértebras y pelvis, especialmente en el tercer trimestre del embarazo y/o los primeros meses tras el parto. Estas fracturas cursan con dolor súbito en la espalda y/o limitación funcional, afectando gravemente la calidad de vida de la madre y pudiendo quedar permanentes.

El Diagnóstico

El diagnóstico de la osteoporosis materna es un desafío. No se recomienda realizar densitometría ósea tipo DEXA durante el embarazo, debido a la exposición a radiación con riesgo para el feto. No obstante, existen alternativas seguras para evaluar la salud ósea, como es la ecografía ósea mediante dispositivos portátiles que miden la densidad ósea sin radiación, en el pie (prueba validada de Densitometría Ultrasónica del Calcáneo – DUC) o en otras zonas anatómicas; así como analíticas de calcio, vitamina D y otros marcadores, junto con una evaluación clínica detallada y de antecedentes familiares y personales. En esta evaluación es fundamental valorar los factores de riesgo: sedentarismo, tratamientos osteopenizantes (como corticoides y heparina), ciertas patologías previas o concomitantes como diabetes, oncológicas, hipertiroidismo, mala absorción intestinal, o celiaquía; para orientar el diagnóstico precoz y la intervención temprana.

Además, existen instrumentos para calcular el riesgo de sufrir una fractura, como la herramienta FRAX® (Fracture Risk Assessment Tool), desarrollada por la Organización Mundial de la Salud, para estimar el riesgo de fractura a 10 años, incluso en ausencia de densitometría, valorando factores clínicos como edad, índice de masa corporal (a partir del peso y la altura), antecedentes propios de fracturas y de familiares, uso de glucocorticoides, artritis, consumo de tabaco y alcohol, entre otros. Aunque esta validado a partir de los 40 años, puede ser de utilidad como herramienta orientativa en mujeres jóvenes asumiendo sus limitaciones.

La Nutrición durante la gestación y lactancia

La nutrición de la madre debe atender la cantidad, pero también la calidad de los nutrientes. Además del calcio, hay varios minerales esenciales para la salud ósea, como el fósforo, el magnesio, zinc, cobre, manganeso, boro y selenio, por su papel en la mineralización ósea; así como el potasio, flúor y hierro, que tienen una función indirecta en la síntesis de la matriz orgánica o estructural. Las vitaminas D y K contribuyen a la mineralización, mientras que las vitaminas C y del grupo B refuerzan la formación del colágeno, componente clave del hueso y la articulación.

En la salud ósea en la gestación y lactancia, tan importante como una adecuada mineralización es la integridad de la estructura tridimensional de fibras de colágeno, que representa cerca del 90% de la matriz orgánica del hueso. Esta red colágena sirve de soporte para los cristales de hidroxiapatita (formados por calcio y fosfato), y es responsable de características mecánicas esenciales como la flexibilidad, elasticidad y resistencia a la tracción, entre otras.

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Actividad física durante la gestación y lactancia

También es importante destacar que la actividad física adaptada durante el embarazo y la lactancia, bajo supervisión profesional, puede ayudar a mantener la densidad ósea, mejorar el equilibrio postural y prevenir caídas, reduciendo así el riesgo de fractura. Asimismo, la promoción del ejercicio durante la adolescencia y juventud femenina, antes de la maternidad, es clave en la formación de una masa ósea óptima que proteja en etapas posteriores.

Por esta razón se hace preciso un abordaje multidisciplinar y preventivo, comenzando por la educación desde edades tempranas, fomentando el autocuidado y la práctica de hábitos saludables como la actividad física regular, la nutrición adecuada, la exposición solar moderada, y evitar fumar y tomar alcohol. Es fundamental garantizar niveles óptimos de calcio y vitamina D entre otros (evaluando la necesidad de suplementación de dichos elementos, colágeno, etc.), controlar el dolor si ya existen síntomas, e incluso, considerar la suspensión temporal de la lactancia. Posteriormente, algunas pacientes pueden requerir tratamiento farmacológico con medicamentos antiresortivos o formadores óseos (contraindicados durante la gestación y lactancia), así como terapias para tratar causas secundarias como el hiperparatiroidismo o la hipovitaminosis D; e incluso en determinados casos, será necesario valorar intervenciones quirúrgicas y planes de rehabilitación funcional individualizados.

No obstante, la osteoporosis relacionada con la maternidad suele ser consecuencia de una combinación multifactorial de causas, y continúa siendo una condición poco investigada y escasamente atendida. Su verdadera incidencia aún se desconoce, a pesar de las graves consecuencias que puede acarrear para la madre.  Se requieren más estudios de prevalencia, factores desencadenantes, perfiles de riesgo, eficacia de las intervenciones y de experiencia del paciente.  

Mientras se controlan parámetros como el hierro y el ácido fólico en el embarazo de forma rutinaria, ¿cuántas mujeres reciben una evaluación del riesgo de osteoporosis y de fractura por fragilidad? ¿cuántas se someten a un sencillo análisis de vitamina D y calcio (que precisa una simple punción capilar en el dedo)?

¿Se subestiman los síntomas?

En muchas ocasiones, los síntomas de la osteoporosis materna durante la gestación y lactancia son subestimados o erróneamente asociados a otros trastornos musculoesqueléticos e incluso a causas psicológicas, lo que retrasa tanto el diagnóstico como su abordaje. Como consecuencia, muchas madres ven comprometida su recuperación postparto, experimentan dolores incapacitantes que les imposibilita atender solas al recién nacido o a su propio autocuidado, y en casos más graves, desarrollan dolor crónico y discapacidad funcional.

Como hemos visto, las consecuencias pueden ser graves: dolor persistente debido a microfracturas, dificultad para cargar peso o moverse con normalidad, deterioro de la calidad de vida, mayor riesgo de nuevas fracturas si no se detecta ni trata la pérdida ósea, e importantes repercusiones emocionales al superponerse el estrés de la maternidad con el dolor físico y la dependencia.

Las soluciones

Por todo ello, se hace primordial la educación, prevención y el diagnóstico precoz durante el embarazo y la lactancia, integrándolos desde la propia preparación al parto. La sensibilización del personal sanitario, la formación específica en salud ósea perinatal y el desarrollo de protocolos clínicos adaptados son clave para avanzar en esta dirección. Es necesario que las guías y protocolos de seguimiento incorporen esta valoración, para prevenir que una condición evitable derive en consecuencias incapacitantes para mujeres jóvenes en un momento tan crítico de sus vidas.

Desde OAFI, seguimos trabajando para mejorar el abordaje, la visibilidad y la calidad de vida de todas las personas que sufren patologías osteoarticulares, muchas de ellas mujeres jóvenes en edad fértil.

Puede contactarnos en Barcelona, c/ Tuset, 19· 3º 2ª, en el teléfono 931 594 015 o en el correo electrónico info@oafifoundation.com.

Artículo publicado por Sandra Toril Coca y Jose Luis Baquero, Marina Baquero, Nina Martínez y Josep Vergés en New Medical Economics.